
Conferencista en vida Cristiana Dr. Edwin Lemuel
Matrimonios Desiguales
No se preocupen por nada. Más bien, oren y pídanle a Dios todo lo que necesiten, y sean agradecidos. Así Dios les dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo.
—Filipenses 4.6-7
Y el otro
¿Qué ocurre cuando en un matrimonio uno de los cónyuges es cristiano y el otro?
La realidad es que este no es un tema del que se habla mucho dentro de la iglesia. De hecho, hay muy poco material escrito para parejas en las que uno de ellos es creyente y el otro no. Y es que con frecuencia, en los matrimonios mixtos en temas de fe, la vida se vuelve muy complicada debido a las diferencias de intereses, actividades y metas.
Examinemos un poco las maneras de lidiar dentro de una relación matrimonial desigual en términos de creencias y fe.
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He aquí algunos consejos a considerar:
1- Debes ser consciente de que los asuntos de fe unen a las personas, pero también pueden dividirlas. Especialmente si no se usa mucha sabiduría. Es indispensable desarrollar la habilidad para actuar, hablar y conducirte correctamente, para así atraer a la otra persona a la fe de Cristo.
2- Nunca trates de ganarte a tu cónyuge con discusiones ni sermoneando. Esto generalmente produce antagonismo y profundiza la resistencia. La coexistencia pacífica es mejor y produce mejores resultados.
3- No seas demasiado impulsiva. Esfuérzate en mantener una actitud humilde y no de juicio. Y créeme que sé que es más fácil decirlo que hacerlo. Sin embargo, esto es demasiado importante como para pasarlo por alto. Mientras más agresividad muestres, más se alejará tu pareja. Y, si por casualidad logras «obligarlo» a «hacerse cristiano» bajo esos códigos de conducta, te aseguro que lo hará sólo por complacerte y no por un deseo genuino de conocer a Cristo. Y, por ende, es un acto vano e inútil.
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Artículos de interés:
No confiesan la misma fe

Algunos estudios informales revelan que entre el treinta al cuarenta por ciento de las personas que asisten a una congregación típica en Estados Unidos y Puerto Rico están casadas con personas que no confiesan la misma fe.
Esto va desde el caso en el que uno de los dos es cristiano y al otro no le importa. Pasando por el que dice: «Tú puedes creer lo que te dé la gana, pero a mí no me vas a cambiar». Hasta el que dice: «Tienes que decidir: la religión o yo».
Por alguna razón, los pastores, líderes y maestros en las iglesias muchas veces ignoramos el tema, no lo abordamos. Y cuando algunos lo hacen, es para meter en condenación «a la pobre» persona que está tratando de traer salvación a la vida de su cónyuge.
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Sé que no es fácil
Si eres una de esas personas casada con alguien que no comparte tu fe, quiero identificarme contigo. Sé que no es fácil.
Estoy seguro que es una constante lucha el buscar respuesta a preguntas que enfrentamos en nuestro diario vivir:
¿Cómo legislar las reglas de la casa cuando hay principios de vida distintos?
¿Cómo criar los hijos?
¿A qué lugares se les permitirá ir o cuáles no?
¿Cómo establecer reglas claras cuando los criterios de los padres no están tan claros?
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Más consejos

4- No insistas en que tu cónyuge asista a la iglesia o a eventos especiales, a menos que puedas percibir una predisposición para hacerlo. Una alternativa para relacionarlo con la iglesia sería invitar a tu casa a amistades cristianas «no fanáticas» para que compartan en ocasiones especiales. Es importante que selecciones a estas personas con mucho cuidado. La idea es que tu pareja vea en ellos que son gente diferente, personas distintas; y es muy probable que la oportunidad para hablar de Cristo surja de manera natural.
No ceses de orar pidiéndole al Señor percepción, inteligencia espiritual, sabiduría y paciencia para aguardar por el momento correcto para testificar abiertamente. Y mientras pones en práctica todas estas sugerencias, no dejes, ni por un minuto, de amar a tu pareja. Sigue el ejemplo de Cristo... quien nos amó a pesar de no merecerlo (¡y lo sigue haciendo!) No dejes de hacer todo lo que esté a tu alcance para tu cónyuge sea feliz. Algunas citas bíblicas para ayudarte en tu jornada...
No se preocupen por nada. Más bien, oren y pídanle a Dios todo lo que necesiten, y sean agradecidos. Así Dios les dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo. —Filipenses 4.6-7 (BLS)
Si alguno de ustedes no tiene sabiduría, pídasela a Dios. Él se la da a todos en abundancia sin echárselo en cara. —Santiago 1.5 (BLS)
En cambio, los que tienen la sabiduría que viene de Dios, no hacen lo malo sino que buscan la paz, son obedientes y amables con los demás; se compadecen de los que sufren, y siempre hacen lo bueno. Tratan a todos de la misma manera, y son verdaderos cristianos. —Santiago 3.17 (BLS)
Ustedes, las esposas, deben obedecer a sus esposos en todo. De esa manera, si ellos no creen en el mensaje de la buena noticia, el comportamiento de ustedes podrá convencerlos. No tendrán que decirles nada, porque ellos verán que ustedes son honestas y que honran a Dios. No piensen ustedes que los peinados exagerados, las joyas de oro y los vestidos lujosos las hacen más bellas. Su belleza no depende de las apariencias, sino de lo que hay en su corazón. Así que sean ustedes personas tranquilas y amables. Esta belleza nunca desaparece, y es muy valiosa delante de Dios. —1 Pedro 3.1-4 (BLS)
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5- Predica con tu ejemplo.
Esta es una herramienta muy poderosa en manos de un cristiano que ejerce la sabiduría. Provoca con toda intención que tu pareja vea a Jesús en tus actitudes diarias, en las acciones comunes y corrientes. En la casa, pero también en la calle, en el trato con los demás. Debes ser «evidente» en tu manera de actuar correctamente.
La persona casada con un cónyuge no creyente debe ser especialmente diligente en sus buenas obras. Posiblemente hasta más que en los casos en que ambos son creyentes.
Me refiero a ser más atentos en servir al prójimo, en hacer el bien a otros, especialmente a tu cónyuge y a sus familiares (suegros, hermanos, seres queridos; incluso, con la ex de él o ella, si fuera el caso).
Eso te ganará «credibilidad» para atraer a esa persona a la iglesia y la búsqueda de Dios.
¡Desbórdate en amor! Y no olvides que el verdadero amor no puede ser falsificado.
«El que ama tiene paciencia en todo y siempre es amable».
—1 Corintios 13.4 (BLS)
Haz tu mejor esfuerzo por demostrar que «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado» (Romanos 5.5).
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6. Enfócate en desarrollar tu madurez espiritual
Enfócate en desarrollar tu madurez espiritual personal a través de la lectura de la Palabra y la práctica fiel de una valiosa vida de oración. Y, sobre todo, ten muy presente que esto debes hacerlo en momentos en que no entre en conflicto con tus deberes conyugales, como la intimidad entre la pareja.
Encomienda diariamente a tu cónyuge al Señor y no ceses de reclamar con fe su conversión. Y a veces es preferible que hagas esto en la privacidad de tu vida de oración, sin decirle al cónyuge inconverso.
7. No intentes «hacer el papel de Dios»

Es muy importante que no intentes «hacer el papel de Dios».
No puedes chantajear a tu compañero o compañera para que reciba a Cristo. Expresiones como: «Si no aceptas a Cristo te dejo» «Si no vienes a la iglesia conmigo nos divorciamos». «Si sigues así, me busco a otro o a otra», son actitudes inadmisibles.
Eso se llama extorsión espiritual y debes cuidarte de no caer en ella. Le aseguro que no tendrás el respaldo de Dios si utilizas estas tácticas. Ni siquiera Jesús obligó a alguien a que lo siguiera.
Así que no te conviertas en policía justiciero contra tu cónyuge no creyente.